Psalm 24, 29 • 8, 84
Isa. 42:1-12 ❖ Eph. 6:10-20 ❖ John 3:16-21
After living outside the US for 12 years, I am amazed at the meta narratives of conflict and competition in which so many Americans marinate. Though humans have been warring over tribal differences for millenia, the disconnect between adherents of rival political parties, between urban and rural residents, and between formally and informally educated people in the United States feels uniquely pronounced right now.
Such culture wars, and the violence that arises from them, keep us from realizing the larger realm of God that Jesus revealed to us.
And it can be tempting to take up arms, figuratively or literally, in these battles, because the stakes seem so high.
This section of Ephesians, with its militaristic imagery, can easily be twisted to justify actual war. And yet when joined with the witness of Jesus, the vulnerable incarnate child who so fully lives love’s way that death is destroyed and eternity’s life becomes open to all, this passage is a reminder that the primary battleground of this struggle is within the human heart.
Weapons of war will not aid us there.
Only perfect love allows us to see other humans—as difficult and broken as we may experience them to be—not as enemies, but as companion children of God.
Loving God, help us follow the way of Christ into the fullness of your realm and guide us as we struggle for love’s sake. Amen.
Después de vivir 12 años fuera de Estados Unidos, me asombran las grandes narrativas de conflicto y competencia en las que se sumergen tantos estadounidenses. Aunque los seres humanos llevan milenios luchando por diferencias tribales, la desconexión entre los seguidores de partidos políticos rivales, entre residentes urbanos y rurales, y entre personas con educación formal e informal en Estados Unidos parece especialmente pronunciada en estos momentos.
Estas guerras culturales, y la violencia que de ellas se deriva, nos impiden comprender el ámbito más amplio de Dios que Jesús nos reveló.
Y puede ser tentador tomar las armas, figurativa o literalmente, en estas batallas, porque lo que está en juego parece muy alto.
Esta sección de Efesios, con su imaginería militarista, puede tergiversarse fácilmente para justificar una guerra real. Sin embargo, cuando se une al testimonio de Jesús, el niño vulnerable encarnado que vive tan plenamente el camino del amor, que la muerte es destruida y la vida eterna se abre a todos, este pasaje nos recuerda que el principal campo de batalla de esta lucha está en el corazón humano.
Las armas de guerra no nos ayudarán allí.
Sólo el amor perfecto nos permite ver a los demás seres humanos -por difíciles y rotos que nos parezcan- no como enemigos, sino como compañeros, hijos de Dios.
Dios amoroso, ayúdanos a seguir el camino de Cristo hacia la plenitud de tu reino y guíanos en nuestra lucha por amor. Amén.
Listen to Austin read his Advent mediation and prayer in English:
Escuche a Austin leer su meditación y oración de Adviento en inglés: