Psalm 148, 149, 150 • 114, 115
Isa. 5:1-7 ❖ 2 Pet. 3:11-18 ❖ Luke 7:28-35
I remember the day we took our son to the DMV to obtain a driver’s license. The process involved a lot of hurry up and wait. We drew a number and waited. We waited to turn in paperwork. Our son waited for the opportunity to endure the driving test. Jacqui and I anxiously waited and said prayers. The whole process was so much hurry up and wait, anxious anticipation, and some real impatience until our son successfully and joyfully received his reward.
The Christian community who received the epistles of Peter may have had similar feelings. Maybe the community was tired of anxiously awaiting Jesus’ return. Written toward the end of the 1st century as false teachers undermined the faith, perhaps people were hoping that God’s will shall be done on earth as it is in heaven – and soon!
The author writes that our waiting on the Lord is not like time lost at the DMV office. Our waiting has a greater purpose. The wait is a sign of God’s grace. The wait gives us time to come to repentance. The wait allows more people to be embraced. We are to regard the patience of the Lord as our salvation.
In Advent, let us be disciples who hurry up and wait. Let us lead holy and godly lives. Not without hope, but in the assurance of God’s grace revealed in the face of Jesus.
Give us hearts which long to greet Jesus when he comes. While we hurry up and wait, make us impatient with injustice.
Recuerdo el día que llevamos a nuestro hijo al DMV para sacar su licencia de conducir. El proceso implicaba mucha prisa y espera. Sacamos un número y esperamos. Esperamos a entregar los papeles. Nuestro hijo esperó la oportunidad de sobrevivir el examen de conducir. Jacqui y yo esperábamos ansiosamente y rezábamos. Todo el proceso fue mucha prisa y espera, ansiosa anticipación y algo de verdadera impaciencia hasta que nuestro hijo recibió con éxito y alegría su recompensa.
Es posible que la comunidad cristiana que recibió las epístolas de Pedro tuvieran sentimientos parecidos. Tal vez la comunidad estaba cansada de esperar ansiosamente el regreso de Jesús. Estas apístolas escritas a finales del siglo I, cuando los maestros falsos debilitaban la fe, quizá la gente esperaba que se hiciera la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo, ¡y listo!
El autor escribe que nuestra espera en el Señor no es como el tiempo perdido en la oficina de las licencias. Nuestra espera tiene un propósito mayor. La espera es un signo de la gracia de Dios. La espera nos da tiempo para arrepentirnos. La espera permite que más personas sean abrazadas. Debemos considerar la paciencia del Señor como nuestra salvación.
En Adviento, seamos discípulos que se dan prisa y esperan. Llevemos una vida santa y piadosa. No sin esperanza, sino con la seguridad de la gracia de Dios revelada en el rostro de Jesús.
Danos corazones que anhelen saludar a Jesús cuando venga. Mientras nos damos prisa y esperamos, haznos impacientes ante la injusticia. Amén.
Escuche a David leer su meditación y oración de Adviento en inglés: